Etiquetas

martes, 16 de agosto de 2011

De Viena a Cracovia. Crónicas de un día de autostop bajo la lluvia

Nos despertamos temprano, tomé mi famoso desayuno español (café y cigarrillos), preparamos las mochilas y nos despedimos de elisabeth. Tomamos el Underground y un bus, y caminamos hasta la gasolinera que habíamos elegido, sobre la autopista A4/E60. Conseguir alguien en esa dirección fue un poco difícil ya que todos parecían ser locales o ir bastante cargados, pero estábamos en la dirección correcta. Después de algo de una hora, Robert aceptó llevarnos en su coche hasta las afueras de Bratislava. El plan era pasar unas cuantas horas explorando esa ciudad, pero se nos estaba haciendo tarde y estaba comenzando a llover, por lo que decidimos seguir de largo, yendo directamente a Cracovia. Robert era eslovaco, vivía en Bratislava pero trabajaba en Viena (a sólo 60 kms.), la mejor combinacíon posible dado lo barato de la vida en la capital eslovaca y lo alto de los sueldos en Austria.


 Nos dejó en una buena posición, en una gasolinera grande justo sobre la autopista D1/E58. Ahí pasamos un rato preparando las señales y charlando con gente, hasta que conocimos a Santi y Nuria. Ellos eran de mi querida Catalunya y estaban de vacaciones en Eslovaquia, recorriendo el país en un coche de alquiler, por lo que la escena fue graciosa cuando ví la matrícula eslovaca y comencé a hablarles en mi tarzánico eslovaco. Después dijeron que eran de Barcelona, por lo que comencé a reír y tratar de entablar conversación en mi pobre catalán, que no practicaba desde hacía demasiado tiempo. Fuimos charlando de todo un poco, mientras cruzábamos los verdes campos eslovacos y contemplábamos las gruesas gotas caer de las oscuras nubes sobre el parabrisas. Santi era profesor de Filosofía y Nuria profe de biología y matemáticas, la materia más odiada quizás por todos los alumnos. Nos contaron su experincia como profes, su relación con los chicos y algunas historias de vida. Yo, por quicuagésima vez desde iniciado este viaje, resumi mi historia, mis viajes y lugares donde viví, mis planes de futuro y mis sueños de inquieta juventud. Fue bonito tambíen hablar en español con alguien. Según mi propia experiencia, no importa lo bien que se pueda llegar a dominar otro idioma, nunca se puede igualar la comunicación profunda de sentimientos y emociones como con la lengua materna, tan ligada a nosotros y a nuestras memorias desde nuestra más tierna infancia. Así que la comunicación transcurrió fluida los 200 kms. que nos separaban de Zilina, donde partíamos destinos para continuar nosotros dirección norte cruzando la República Checa. Tuvieron la amabilidad de desviarse unos cuantos kilómetros de su camino para dejarnos en un pequeña gasolinera, ya sobre la E75.


Ahí decidimos descansar un rato y comer algo aprovechando los precios de Eslovaquia, de lo más barato de Europa. Comí un gigantesco y sabroso bocadillo (sanguche) calentado en el microondas y medio litro de una fuertísima cerveza local, todo por 2,50€. Y eso considerando que las gasolineras suelen ser alrededor de un 50% más caras que cualquier negocio local... Como el lugar era muy pequeño para estar los dos preguntando, decidimos separarnos y yo comencé a hacer señas a los coches que pasaban. La lluvia caía incesantemente y pronto estaba mojado hasta la médula. Largo rato pasó sin que nadie parase. Primero, los conductores suelen ser reacios a llevar a un par de tipos mojados en su coche, pero principalmente fue una cuestión de estrategia equivocada: la gran mayoria de coches haciendo cortas distancias entre pueblos y nosotros mostrando señales que indicaban "Krakow/PL". "Polo Norte" podr'ia habernos dado el mismo resultado... Sin embargo, después de unas horas un chico eslovaco muy simpático paró, y como no tenía mucho que hacer y la vista de unos mochileros mojados despertó su curiosidad, se ofreció a llevarnos unos 40 kms. hasta la frontera con la República Checa. El no hablaba palabra de ninguna lengua humana que no fuese el eslovaco, pero así y todo pudimos hacernos entender y darle direcciones. Cruzamos a pie la frontera e hicimos unos 200 metros hasta un párking de camiones.


Parecía ser un buen punto para conseguir transporte para largas distancias, pero había poca gente y todos tenían que esperar la hora de salida. En muchas carreteras europeas y durante ciertos días, los camiones tienen ciertos horarios en los que no pueden circular y además deben respetar sus propias horas de descanso. Decidí fumar un cigarrillo y curiosear en el pequeño bar que decía ser también discoteca. Dentro, una hermosa checa en la flor de su juventud nos sonreía con picardía y dedicaba miradas curiosas tras unos ojos de cielo azul. Creo que Dios estaba de muy buen humor cuando creó a las mujeres, pero debería estar especialmente inspirado cuando hizo a las mujeres del Este y Norte de Europa, con sus esbeltas figuras, cabellos de oro, y ojos que sonreían e invitaban al amor... Decidimos seguir probando los dos desde el costado de la carretera, James con una gran señal que indicaba "PL". La tarde comenzaba a despedirse, con el cielo coloreado en tonos grises, pero no me hubiese importado pasar la noche acampando en la hermosa naturaleza del lugar y conversando con la misteriosa chica.


Finalmente Dominik, un jóven camionero polaco se ofreció a llevarnos hasta Bielsko Biala, ya en Polonia y a sólo 100 kms. de nuestro destino final. Fuimos conversando sobre Polonia, viajes y mujeres mientras la luz del crepúsculo bañaba los campos en mi 'rusinglaco para sordomudos', una mezcla de inglés y mi pobre polaco que más bien se asemejaba al ruso que aprendí años atrás acompañado con gesticulaciones. Nos dejó justo en la estación de autobuses, donde decidimos hacer trampa por una vez y tomar un bus hasta Cracovia para pasar la noche en un lecho decente y tomar una refrescante ducha. En un día, habíamos cruzado cuatro países...



2 comentarios:

  1. veo que te lo pasas genial, sigue asì! un abrazo loco. Gabriele Campagna (tu ex compi de curro al casino de barcelona)

    ResponderEliminar
  2. grazie mille frà! saludos y nos vemos en la carretera...

    ResponderEliminar